Barquisimeto (Agencia Fides) - Tras las elecciones del pasado mes de julio (véase Agencia Fides, 30/7/2024), en Venezuela prevalecen sentimientos de tristeza, frustración y decepción. Así lo relata el padre Miguel Ángel Bombín, de visita en el país, mientras describe las dificultades de la población venezolana bajo la sombra de la crisis política.
“En Barquisimeto, donde la Ópera Don Orione concentra gran parte de su trabajo en el país, el ambiente es tranquilo, y no hay tensiones particulares”, explica el misionero a través de los medios de comunicación de la congregación religiosa.
“La mayoría de la gente siente que se ha ignorado su voluntad, que le han robado la voz”, comenta el padre Bombín, director de la viceprovincia Nuestra Señora del Pilar de la Ópera Don Orione, que abarca España y Venezuela. “La única esperanza es un cambio. Muchos venezolanos están reconsiderando la posibilidad de emigrar. Ya son ocho millones los que han dejado el país, y se teme una nueva ola de éxodo, especialmente entre los jóvenes que aún permanecían esperando un futuro diferente”.
El padre Bombín señala que esta situación también afecta a las obras de Don Orione en el país. “En Barquisimeto tenemos el Pequeño Cottolengo, un centro de día para discapacitados, y una parroquia activa en múltiples proyectos, incluyendo uno con Cáritas dedicado a la nutrición y alimentación. En nuestro seminario contamos con dos aspirantes y tres jóvenes en formación. Además, en Caraballeda gestionamos una escuela infantil para 100 niños menores de seis años y llevamos cinco años construyendo una nueva parroquia, aunque el avance es lento. Nos enfrentamos a enormes desafíos financieros, sin el apoyo del gobierno desde 2012, y sobrevivimos gracias a los recursos de la provincia y ayudas externas”. Sin embargo, incluso estas fuentes son insuficientes: “el Pequeño Cottolengo ya no puede acoger a tantos huéspedes debido a la dificultad para encontrar médicos y garantizarles un salario digno. Pese a todo, no nos desanimamos y seguimos confiando en la Providencia, visible en la generosidad de muchos voluntarios que vienen a ayudar”.
“A pesar de las adversidades, nada se detiene”, subraya el padre Bombín. “La Congregación continúa mirando hacia adelante, inspirada por la Esperanza que guía el Jubileo 2025. Ver a tantas personas que, aun enfrentando sus propias dificultades, hacen voluntariado en centros psiquiátricos, cárceles o incluso en vertederos, donde muchos se ven forzados a vivir, es un signo de que en las peores circunstancias surge lo mejor del ser humano. Son pobres ayudando a otros pobres, generando cercanía y solidaridad. Esa es la esperanza que queremos vivir en este Año Santo”.
Siguiendo el carisma de su fundador, la Pequeña Obra de la Divina Providencia no se limita a responder a una sola necesidad humana. Su espíritu de caridad se extiende a huérfanos, personas desamparadas, ancianos, discapacitados, jóvenes en búsqueda de un futuro mejor, comunidades pobres y explotadas, y a todo aquel que sufre.
(AP) (Agencia Fides 24/1/2025)