AMÉRICA/EE.UU. - Cinco frailes franciscanos martirizados por oponerse a la poligamia serán beatificados

martes, 28 enero 2025

Ciudad del Vaticano – Se negaron a aceptar la práctica de la poligamia entre los indígenas americanos que habían recibido el bautismo. Por ello, fueron martirizados. Cuatro siglos después de lo ocurrido en 1597, en las aldeas costeras de Georgia, el Papa Francisco ha autorizado al Dicasterio para las Causas de los Santos a promulgar el Decreto que reconoce el martirio de los Siervos de Dios Pedro de Corpa, Blas Rodríguez de Cuacos, Miguel de Añón, Antonio de Badajoz y Francisco de Veráscola.

Eran cinco religiosos de la Orden de los Hermanos Menores, asesinados "en odio a la fe" en el territorio de la actual diócesis de Savannah, en los Estados Unidos. Todos originarios de España, habían partido como misioneros para proclamar el Evangelio entre el pueblo guale, que habitaba en la costa de Georgia, donde se practicaba la poligamia.

El hermano Pedro de Corpa, quien zarpó hacia el Nuevo Continente en 1587, llegó a la aldea de Tolomato (cerca del actual Darién) y, junto con sus compañeros, decidió administrar el bautismo a los indígenas guale adultos solo cuando se comprometieran a contraer matrimonio monógamo.

Todo parecía desarrollarse con normalidad, pero, según recoge la web oficial de la Orden de los Hermanos Menores, que ha publicado las biografías de los cinco misioneros tras el anuncio del Decreto, la situación cambió cuando un joven guerrero local llamado Juanillo, bautizado y casado, decidió tomar una segunda esposa. Juanillo, sobrino del jefe de la tribu y destinado a liderar su comunidad, ignoró las advertencias de fray Pedro sobre sus compromisos bautismales, abandonó la misión y organizó una revuelta con otros nativos de la región. En los primeros días de septiembre de 1597, los guerreros atacaron a fray Pedro en su choza, lo mataron a hachazos y ultrajaron su cuerpo.

El odium fidei, según establece el Decreto promulgado hoy, pronto se extendió contra los otros cuatro frailes menores que vivían en aldeas cercanas. El segundo en morir fue fray Blas Rodríguez de Cuacos, quien en ese momento se encontraba en el pueblo de Tupiquí, cerca de la actual Eulonia. Frente al grupo de nativos armados que lo acorraló, pidió celebrar una última misa antes de ser asesinado. Los atacantes accedieron y, tras concluir el oficio religioso, fue ejecutado con un hachazo. Su cuerpo quedó abandonado en la selva, donde fue devorado por animales.

Fray Miguel de Añón y el hermano laico Antonio de Badajoz servían en la isla de Santa Catalina. Aunque el jefe de la tribu advirtió a Antonio sobre la revuelta que se estaba difundiendo contra los frailes, ambos decidieron permanecer en su misión y hacer frente a los acontecimientos. Fueron capturados, torturados y asesinados. Sus restos fueron enterrados en la capilla de la comunidad local.

El último de los frailes martirizados fue fray Francisco de Veráscola, quien había sido enviado a la isla de Asao, hoy conocida como San Simón, frente a la actual Brunswick, Georgia. Su gran estatura y fuerza física le valieron el apodo de "el gigante cántabro", y era muy querido por los jóvenes guale, con quienes compartía juegos y actividades tradicionales. En el momento del ataque a sus compañeros, fray Francisco se encontraba en San Agustín recogiendo materiales para la ermita. A su regreso a Asao, sufrió una emboscada por los rebeldes y fue asesinado a hachazos.

Siglos después, la causa para la canonización de este grupo de mártires franciscanos, apoyada por el episcopado estadounidense, comenzó en la diócesis de Savannah en 1981. En estas horas se ha anunciado el Decreto que reconoce oficialmente su martirio.
(F.B.) (Agencia Fides 28/1/2025)


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