Anselmo Fabiano
Kom Ghareeb (Agencia Fides) - Estos días, la Iglesia copta celebra la festividad del profeta Jonás, una conmemoración profundamente sentida, marcada por tres días de oración y ayuno que preparan a los fieles para el tiempo de Cuaresma.
Anselmo Fabiano, joven misionero de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA), llegó el pasado mes de septiembre a la casa de la SMA en el distrito de Shoubra. Desde hace más de un mes se encuentra en la aldea de Kom Ghareeb, en el corazón de la campiña egipcia, donde permanecerá los próximos cinco meses.
«Aquí los días pasan rápido en este invierno cálido y soleado, donde la nieve y la lluvia son solo un recuerdo lejano – cuenta a la Agencia Fides -. En estas semanas, he vivido muchas experiencias y he podido saborear la belleza de una comunidad joven, entusiasta en la fe y muy dinámica. Me siento abrumado por el afecto y la generosidad de esta gente sencilla, pero de gran corazón. Cada vez que camino por las calles del pueblo, los niños me ven y empiezan a gritar, corren hacia mí para saludarme, invitarme a jugar o compartir algo de comida. Son curiosos y hacen muchas preguntas. Me siento como uno de ellos e intento, a mi manera, ser un auténtico testigo del Evangelio».
«Habría tantas experiencias que contar: bodas, primeras comuniones, visitas a domicilio, funerales, momentos con jóvenes y niños. Entre ellas, me gusta recordar tres pequeños episodios». El primero está relacionado con la Eucaristía. «Aquí la Misa se celebra con pan fermentado, preparado los sábados por la tarde por un grupo de niños y jóvenes, con la ayuda de un adulto. Es hermoso vivir esta experiencia con ellos: una verdadera escuela de fe y vida, donde el servicio se convierte en oración. Su alegría y entusiasmo al enseñarme a hacer pan lo guardo como un regalo precioso. Y ese aroma que, en el altar, se convierte en el cuerpo de Jesús, me conmueve cada vez».
«El segundo episodio -continúa el misionero- puedo llamarlo 'los hijos de la parroquia'. Alrededor de la iglesia viven familias muy pobres, en situaciones humanas difíciles y, a veces, dramáticas. Para muchos niños, la parroquia copta y su párroco, Abuna Iusif, se han convertido en su segundo hogar. Después de la escuela, pasan allí el día. El párroco les invita a compartir la comida, y nuestra mesa se transforma en un lugar de encuentro para jóvenes y mayores. Incluso en bodas o fiestas, es común ver a estos niños descalzos o con zapatillas gastadas, de pie junto a los novios o entre los invitados elegantemente vestidos. Me llena de alegría saber que la Iglesia es un refugio para los más pequeños y necesitados».
«Por último, el tercer episodio puedo titularlo el 'fuego de la hospitalidad'. Cada día visitamos a las familias de la aldea, una experiencia enriquecedora que nos permite conocer su vida, con sus alegrías y dificultades, pero sobre todo tocar su fe auténtica y profunda. Muchas veces, las visitas se extienden más allá del atardecer, y entonces nos reunimos alrededor del fuego, con un vaso de té o café caliente, para resguardarnos del frío viento del desierto. Poco importan el humo o el cansancio; lo que realmente cuenta es la alegría de estar juntos y poder rezar. Ese calor compartido enciende y alimenta el fuego de la fe» concluye Anselmo.
(AP) (Agencia Fides 12/2/2025)
Anselmo Fabiano
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