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El Cairo (Agencia Fides) – Ramadan Karim – Som Mubarak: son las dos expresiones para desear un buen ayuno, la primera para los musulmanes, la segunda para los cristianos. “Desde el uno de marzo comienza el tiempo del Ramadán y, un día después, la Cuaresma para los cristianos coptos. Días de ayuno y oración que nos hacen, esperamos, más hermanos”, escribe a la Agencia Fides Anselmo Fabiano, de la Sociedad para las Misiones Africanas.
“De hecho, la vida cotidiana se transforma sobre todo con el Ramadán. Nuestros amigos musulmanes ayunan desde el amanecer hasta el anochecer, por lo que la vida es mucho más nocturna que diurna”, continúa el misionero, quien se encuentra actualmente en la aldea de Kom Ghareeb. “Durante el día, las tiendas y las diversas actividades comienzan muy tarde, y por la mañana es realmente difícil encontrar a alguien por los alrededores. Los niños y las familias musulmanas permanecen en sus casas, pasando mucho tiempo viendo las numerosas series de televisión que se emiten a todas horas durante este periodo. Por la noche, hacia las 4 de la madrugada, los niños se encargan de cantar y tocar la pandereta por las calles, despertando a todos para comer antes del amanecer y el comienzo del ayuno. Viajar y moverse tras la puesta de sol es una hermosa aventura, porque por los caminos se encuentra gente que te ofrece comida y bebida para compartir la alegría del final del día”.
“Para los cristianos, en cambio, este tiempo de ayuno se caracteriza por una dieta sin alimentos de origen animal, y dura desde medianoche hasta la misa, que suele celebrarse al mediodía, durante 50 días. La Cuaresma nos permite revivir la experiencia de ayuno de Jesús en el desierto y fortalecer nuestra relación con Dios. La Cuaresma es sinónimo de silencio, oración y limosna. Es un tiempo precioso para entrar en estrecha relación con el Señor, en el que nos privamos de algo, como la comida, para redescubrir la presencia esencial de Dios en nuestras vidas. Un tiempo privilegiado que nos llevará a experimentar con entusiasmo la alegría de la Pascua en Cristo resucitado”.
“En esta perspectiva, continúan con gran alegría las actividades de la vida pastoral, tantas experiencias y tantos encuentros, en particular la catequesis para adolescentes y jóvenes, y la misa en rito copto, que me resulta cada vez más familiar. Es una inmensa alegría para mí poder hablar árabe mejor que antes, y poder entrar en relación con la gente, escuchar y compartir sus alegrías y sus luchas. Los niños son mis maestros favoritos, y cada vez me asombra más su disposición y apertura para crear relaciones y amistades”.
Anselmo concluye su relato describiendo la complicidad y el intercambio continuo que mantiene con jóvenes y mayores. “Por las mañanas, voy a veces a la guardería de la parroquia a la que asisten niños cristianos y musulmanes, y a estas alturas ya me he convertido en uno más de la familia. Compartiendo las mañanas con ellos, perfecciono mi árabe y les enseño algo de inglés. Respiro la belleza de esta vida floreciente, de un pueblo con tantos niños, e intento, a mi pequeña manera, ser testigo del Evangelio para ellos. Hace unas semanas, tuve la oportunidad de volver a El Cairo por unos días para algunas reuniones y recados. Con gran placer, volví a ver a la pequeña comunidad católica de Shoubra y compartí con ellos la alegría de la Eucaristía”.
(AP) (Agencia Fides 20/3/2025)
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