Almaty (Agencia Fides) - “Primero los santos, después los misioneros”, decía san Giuseppe Allamano, fundador de los Misioneros y Misioneras de la Consolata. Ese es también el camino de sor Irena Candida De Alberto Solomone, misionera africana que desde hace tres años anuncia el Evangelio en la periferia de Almaty, la ciudad más poblada de Kazajstán.
Kazajstán, cruce de pueblos y culturas en el corazón de Asia, es una nación joven, al igual que su comunidad católica. Apenas el 1% de sus 19 millones de habitantes profesa la fe católica. Más del 70% es musulmán y alrededor del 26% pertenece a la Iglesia ortodoxa.
“La Iglesia aquí está formada sobre todo por descendientes de emigrantes europeos. Pero poco a poco también personas nacidas en Kazajstán se acercan a la comunidad”, explica la religiosa.
La Hna. Irena, es originaria de Mozambique. Y fue precisamente en su país natal donde nació su vocación como explica a la Agencia Fides: “Es difícil explicar exactamente cómo surgió mi vocación. Desde niña, asistiendo al catecismo, especialmente preparándome para el Sacramento de la Confirmación, comprendí que Jesús es una persona a la que hay que amar. Con la Confirmación, uno se convierte en parte activa de la Iglesia y cada bautizado debe asumir su responsabilidad. Por eso me hice catequista en mi parroquia inmediatamente después de mi Confirmación”.
Por aquel entonces, Irena tenía 16 años y había percibido que “la Iglesia era el lugar para vivir plenamente la propia fe. Como todas las chicas, yo iba a la escuela, jugaba al baloncesto, practicaba baile. Pero sentía crecer en mí el deseo de entregar mi vida a Dios. Después del bachillerato, a los 19 años, decidí entrar en las Misioneras de la Consolata. En 1993, con 24 años, me hice religiosa”.
Durante aquellos años, decidió partir como misionera “lejos de casa, fuera de Mozambique”. La Congregación prevé un período de formación de un par de años antes de recibir el mandato misionero. “Mi primer destino fue Italia –relata-. Luego, al recibir el mandato, fui destinada inicialmente a Estados Unidos, donde viví durante 17 años”.
En 2017, recibió un nuevo destino: Asia. Durante varios años vivió en Afganistán, hasta que en 2022 fue enviada a Kazajstán. “No me lo esperaba”, confiesa. “El plan de la Congregación es expandir la misión, es decir, anunciar el Evangelio allí donde Cristo aún no es conocido, donde la Iglesia está poco desarrollada”.
Pero, ¿qué significa anunciar el Evangelio en una tierra donde la inmensa mayoría profesa otra religión? Para la Hna. Irena, se trata de “una oportunidad preciosa”, porque el carisma de las Misioneras de la Consolata es precisamente llegar a “los lugares y a las personas donde falta la presencia de la Iglesia y hay necesidad de escuchar la Buena Noticia”.
“La mejor actitud -añade la misionera- es tener el corazón y la mente abiertos. Al llegar aquí, nos dimos cuenta de que debíamos ser un poco como niños. Es decir, empezar de nuevo nuestras vidas: aprender la lengua local, conocer los lugares, sumergirnos en la cultura del país. Esto ya nos está llevando a acercarnos al pueblo kazajo, compuesto por muchos grupos étnicos, pero todos con mentes y corazones abiertos”.
Todas las actividades deben desarrollarse dentro de la propiedad de la Iglesia, pero se les permite mantener las instalaciones abiertas. “Y eso ya es una gracia”, comenta.
La comunidad de religiosas a la que pertenece la hna. Irena también tiene una configuración multiétnica, reflejo del contexto en el que viven su vocación misionera. Junto a ella están la hermana Claudia, de Colombia; la hermana Dorota, de Polonia y la hna. Argentina de Mozambique. Las acompaña una pequeña comunidad sacerdotal: el padre Simón, de Polonia, y el padre Ladislao, de Corea.
En total, los Misioneros de la Consolata trabajan en siete pueblos de los alrededores de Almaty. Y es precisamente en esta ciudad donde el gobierno organiza numerosos encuentros interreligiosos. “El padre Simón participa a menudo en estos eventos -dice la hna. Irena-, lo que nos permite mantener relaciones pacíficas con todos”.
La diócesis de Almaty abarca un vasto territorio: 711.600 km², con 11 parroquias. De una población de 7.350.240 personas, hay 42.000 bautizados (0,6% del total). En el pueblo de Janashari, la comunidad cuenta con un parque infantil y unas instalaciones que acogen a unas 20 personas. “Para nosotros, incluso este patio de juegos, donde se reúnen personas de otras religiones, se convierte en un espacio de encuentro y de diálogo” explica la misionera.
“Ahora –añade-, tenemos algunos seminaristas que dentro de poco serán ordenados diáconos”. Además, la devoción a los santos y a la Virgen María “ha comenzado también a difundirse. Es algo hermoso, y apenas estamos empezando”.
(F.B.) (Agencia Fides 10/4/2025)