Avona
Por Aldo Berardi*, O.SS.T.
Manama (Agencia Fides) - ¿Cómo empezar a describir la vida de este extraordinario pastor? Desde todos los rincones del mundo llegan homenajes que reconocen su testimonio de humildad, valentía, justicia y amor. El Papa Francisco ha tocado los corazones de millones de personas con su profunda compasión, su apertura al otro y una vida marcada por la sencillez. Ha sido, sin lugar a dudas, un hombre de paz.
El Papa Francisco ha sido un incansable mensajero de la paz. Ha pedido repetidamente el fin de la guerra, invitando al mundo a deponer las armas y abrazar el diálogo. Ha estado al lado de los que sufren y de los desplazados, y ha dado voz a los silenciados por el conflicto.
En nuestra región, marcada por tantas tensiones, permanece viva en la memoria su oración solitaria frente al muro que divide al pueblo palestino. Con la reanudación reciente del conflicto, no dudó en llamar personalmente cada día a la parroquia de Gaza, como un padre que nunca abandona a sus hijos. Hasta su último mensaje pascual, Francisco proclamó con fuerza: la paz es posible. ¡Alto a las armas!
Un hombre de diálogo y escucha. El Papa Francisco estaba profundamente comprometido con el diálogo, no sólo como un gesto diplomático, sino como una forma de vida enraizada en el Evangelio. Trabajó incansablemente para encontrarse con personas de toda condición, para escuchar, comprender y caminar juntos. Sus visitas pastorales por todo el mundo nunca fueron meras ceremonias: eran encuentros, especialmente con líderes religiosos.
Nuestra región ha sido bendecida por dos visitas del Papa Francisco. El pueblo de Bahrein nunca olvidará su memorable presencia en noviembre de 2022. Se reunió con líderes religiosos, asistió al encuentro interreligioso organizado por el Centro Global Rey Hamad para la Convivencia y la Tolerancia, y dialogó con el Consejo Islámico de Ancianos. También visitó el Colegio del Sagrado Corazón, la Iglesia del Sagrado Corazón de Manama y nuestra Catedral de Awali, siempre con el mismo mensaje: somos una sola familia humana bajo Dios.
Un hombre de justicia. El Papa Francisco no ha tenido miedo de alzar su voz en defensa de la dignidad humana. Ha denunciado las estructuras de pecado que crean pobreza y exclusión. Ha recordado al mundo que las sociedades no pueden llamarse justas si olvidan a los pobres. Nuestra región es un lugar de dinamismo económico, pero también de desigualdad. Sus palabras proféticas nos desafían a garantizar que nadie se quede atrás en la búsqueda del progreso.
En el corazón de su vida y de su ministerio estuvo siempre su relación con Dios. Ya fuera en las grandes basílicas del mundo o en la intimidad de capillas silenciosas, el Papa Francisco vivió profundamente enraizado en el amor de Cristo: un amor recibido desde su infancia en el seno de su familia, cultivado en la vida religiosa y sostenido con fidelidad a lo largo de su pontificado. También nuestra región es tierra de oración. Cristianos, musulmanes y creyentes de otras tradiciones caminan al ritmo del tiempo sagrado, guiados por la fuerza de la plegaria. El Papa Francisco supo reconocer y honrar este don compartido, recordándonos que la oración no nos aísla, sino que nos abre: nos abre a Dios y, al mismo tiempo, a los demás.
Un hombre del Evangelio. El Evangelio ha sido el fundamento de toda la vida del Papa Francisco. Lo ha proclamado con alegría, valentía y misericordia, anunciando a Cristo vivo no como un recuerdo del pasado, sino como una presencia resucitada y transformadora, capaz de renovar los corazones y las sociedades. Aquí, en la Península Arábiga, nos esforzamos por vivir según el mismo Evangelio, por ser fieles testigos de Cristo en nuestros hogares, lugares de trabajo y comunidades. El Papa Francisco nos ha inspirado en esta misión, instándonos a no tener nunca miedo de llevar la luz del Señor Resucitado a los demás. Nos ha recordado que incluso en los rincones más escondidos del mundo, la Buena Nueva debe ser vivida y proclamada con humildad y amor.
El Papa Francisco ha mantenido un vínculo especial con el Reino de Bahréin, un vínculo nacido de la invitación de Su Majestad el Rey Hamad bin Isa Al Khalifa a visitar el país, y que floreció en una sincera amistad, marcada por el respeto mutuo y el compromiso compartido en favor de la paz y la dignidad humana. Sus encuentros, tanto en el Vaticano como en el Reino, han profundizado este lazo, convirtiéndolo en un símbolo del diálogo posible entre religiones y culturas.
El Santo Padre contemplaba con aprecio los esfuerzos de Bahréin por promover la tolerancia religiosa y la coexistencia pacífica. Su Majestad, por su parte, ha expresado siempre una profunda estima hacia el Papa.
Su amistad se ha convertido en un símbolo de lo que es posible cuando el diálogo, el respeto y la buena voluntad guían el acercamiento entre pueblos y religiones. En sus papeles únicos, el Papa Francisco y el Rey Hamad han ofrecido al mundo un modelo de diálogo que no sólo es posible, sino necesario para una familia global más humana, justa y unida.
Este legado también se refleja en sus respectivos mensajes y documentos: las encíclicas Laudato Si’ (24 de mayo 2015) y Fratelli Tutti, (3 de octubre de 2020) verdaderas piedras angulares del magisterio de Francisco, siguen siendo llamados proféticos al cuidado de la creación y a una cultura global de solidaridad.
Estas preocupaciones encuentran eco en La Declaración del Reino de Bahréin, promulgada por Su Majestad en 2017, en la que se promueve la convivencia pacífica y se condena el extremismo, con el poderoso lema: «Disipemos la ignorancia, enemiga de la paz». Una visión que encontró reconocimiento internacional con la institución, por parte de las Naciones Unidas y a iniciativa de Bahréin, del Día Internacional de la Convivencia Pacífica el 28 de enero.
Para nosotros, el Papa Francisco ha sido mucho más que el líder de la Iglesia católica. Ha sido un padre espiritual, elegido por Dios para confirmar a sus hermanos y hermanas en la fe transmitida por los Apóstoles. Ha sido nuestro Pastor y nuestro Hermano. Caminó entre nosotros, nos fortaleció en las pruebas, nos abrazó con el amor tierno y valiente del Evangelio.
Guardemos su memoria en nuestros corazones. Continuemos su legado de misericordia, de paz y de fraternidad. Y oremos para que ahora descanse en el abrazo eterno del Señor, a quien sirvió con alegría y fidelidad.
(Agencia Fides 25/4/2025)
*Vicario Apostólico de Arabia del Norte