ASIA/LAOS - “Era Jesús quien se interesaba por mí, no yo por él”. Adiós a Tito Banchong, sacerdote del pueblo de Laos

sábado, 1 febrero 2025 iglesias locales  

Por Paolo Affatato

Vientián (Agencia Fides) – “Estoy listo para Jesús, para ser su mártir, si soy digno y si Él me quiere. Creo que el tiempo está muy cerca”. Con estas palabras, escritas poco antes de su arresto en 1976 por la policía de Pathet Lao, el padre Tito Banchong Thopanhong expresaba su entrega total a la misión en su país.

Administrador Apostólico de Luang Prabang entre 1999 y 2019, el padre Tito falleció el 25 de enero en Vientián, a los 78 años, tras una larga enfermedad agravada por los sufrimientos padecidos durante 50 años. El cardenal Louis Marie Ling lo describió como un "mártir a fuego lento". Miembro de los Oblatos de María Inmaculada, pasó siete años en prisión sin que se supiera nada de su paradero, hasta el punto de que muchos lo creían muerto. Sin embargo, fue liberado y retomó su labor pastoral en la pequeña comunidad católica de Laos, que hoy cuenta con unos 60.000 fieles.

Banchong Topagnong recibió el nombre de Tito al ser bautizado, a los 8 años, junto con su familia en el pueblo hmong de Kiukiatan, en el norte de Laos, donde nació en 1947. Allí, en los años 1957-58, conoció al misionero Mario Borzaga, quien dejó una huella profunda en su vida. Borzaga, asesinado en 1960 y beatificado en 2016, inspiró la vocación de Tito. "Tito siempre conservó un valioso recuerdo de aquel padre que dejó una huella profunda en su vida", recuerda su compañero Fabio Ciardi, quien cultivó con él una profunda amistad humana y espiritual.

Con los misioneros, el joven tuvo la oportunidad de estudiar y profundizar su camino de fe: entre 1958 y 1969 fue alumno de los seminarios, primero en Vientián y luego en Luang Prabang.

El padre Angelo Pelis, misionero OMI y entonces Director del Seminario de Luang Prabang, lo recuerda como "un joven sencillo, reservado, manso y sonriente. La característica de su carácter que lo definirá a lo largo de toda su vida es la humildad: una humildad basada en el ejemplo de Cristo Jesús", recuerda a Fides.

El joven Tito decidió continuar su formación con los Oblatos en Italia y, en 1970, Alessandro Staccioli OMI, entonces Vicario Apostólico de Luang Prabang, lo envió a estudiar a Italia, donde primero estuvo en San Giorgio Canavese y luego, desde 1973, en Vermicino (Roma), estudiando filosofía y teología.

Escribe el padre Tito en una de las cartas recogidas en el libro "Anche in prigione posso amare" de Michele Zanzucchi: "Aún estaba inseguro sobre mi vocación, pero poco a poco sentí nacer en mi corazón el deseo de seguir a Jesús de manera radical, de seguir a ese Señor que parecía desear inmensamente que lo amara. Él se interesaba por mí, no yo por Él. Me había tomado poco a poco, haciéndome entender que en Él siempre encontraría el verdadero sentido de mi vida".

Mientras estaba en Italia, se produjo el cambio de régimen en su país, con la toma del poder por parte de los guerrilleros comunistas del Pathet Lao, y en 1975, todos los misioneros fueron expulsados de Laos.

El padre Tito siente una fuerte llamada a su tierra, la llamada a entregarse por su gente, la llamada a ser sacerdote para el pueblo de Laos, el deseo de ser testigo de Cristo allí mismo y no en otro lugar. Esto impulsa a Tito a regresar a Laos. "He elegido la Iglesia de Laos y siento que Dios me quiere allí y no en otro lugar", escribe. "Aunque deba ser sacerdote por un solo día, regreso a Laos". Y agrega: "He decidido regresar a Laos, no hay nadie para el apostolado. Regreso para que todos nosotros seamos más fuertes, regreso para ayudar a los creyentes. Al regresar he elegido solo a Dios; es Él quien me hace regresar y por eso regreso". Allí, en la catedral de Vientián, es ordenado sacerdote, el primero de etnia Hmong, el 28 de septiembre de 1975, por las manos del entonces Obispo Mons. Thomas Nantha.

Al día siguiente escribe: "Ya no tengo miedo porque soy del Señor. Estoy listo para todo. Estoy muy feliz. Nadie puede separarme de Él. Cada día descubro que Él está conmigo. Le tengo a Él. ¡Es tan hermoso, ¿verdad? Me pide todo y le doy todo".

Este es el inicio de un servicio pastoral estrictamente controlado, siempre marcado por la constante amenaza de arresto, primero en Luang Prabang, luego en Vientián y, finalmente, en Paksane. Se desplazaba por los pueblos en su moto, ofreciendo consuelo y administrando los sacramentos a las familias católicas.

A pesar de nunca haber utilizado palabras críticas hacia los gobernantes, el Padre Tito fue encarcelado en tres ocasiones, "aprendiendo a encontrar incluso en las circunstancias más duras la ternura del amor de Dios", recuerda el Padre Pelis. Sobre su tiempo en prisión, relata: "Se puede decir que todos los malhechores en la cárcel se convirtieron; se volvieron buenos. Con amor, incluso los lazos del odio pueden romperse".

Una vez liberado, no muestra resentimiento alguno: "Fui liberado. Después de que me liberaron, pude ir a buscar a todos los cristianos de la provincia de Siam y los encontré. Muchos de ellos llevaban más de 30 años sin tener un sacerdote", expresa con alegría.

Nombrado "Administrador apostólico" de Luang Prabang, la antigua capital, vivió la vida de un auténtico misionero, dedicándose con celo y caridad a servir a su pueblo. En 2005, comunicó con alegría y fervor a la Agencia Fides que en el Vicariato de Luang Prabang había obtenido el permiso para abrir la primera iglesia católica en el norte de Laos desde los dolorosos tiempos de 1975, después de la revolución comunista. Se mostraba "muy edificado por la fe y la devoción de las familias locales". En su labor pastoral avanzaba "paso a paso, con esperanza, en la medida en que el Señor nos concede". Esa esperanza se convirtió en una plena alegría cuando vio florecer en la pequeña comunidad laotiana las primeras nuevas vocaciones al sacerdocio y cuando, en 2016, participó en la liturgia de beatificación de 17 mártires entre misioneros y laicos laotianos, asesinados entre 1954 y 1970 por los guerrilleros comunistas. Entre los seis Oblatos de María Inmaculada (OMI) beatificados se encontraba el joven misionero italiano Mario Borzaga, desaparecido en 1960 a los 27 años, junto con el catequista local Paolo Thoj Xyooj. Tito los llevaba muy cerca de su corazón.
(Agencia Fides 31/1/2025)


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