VATICANO - El cardenal Tagle consagra a los obispos Sangalli y Sarrió Cucarella: Como San José, sean anunciadores “silenciosos” de la Palabra de Dios

miércoles, 19 marzo 2025

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Los obispos están llamados a ser anunciadores «silenciosos» de la Palabra de Dios. Si sus proyectos no avanzan, es mejor que «duerman», como San José, y «sueñen los sueños de Dios». Cumplen bien su misión si, sin buscar protagonismo, se convierten en humildes «custodios de la presencia activa de Dios en su Iglesia». Estas han sido algunas de las recomendaciones, llenas de referencias evangélicas, que el cardenal Luis Antonio Gokim Tagle ha ofrecido a Samuele Sangalli y Diego Ramón Sarrió Cucarella durante la liturgia de su ordenación episcopal, celebrada en la Basílica Vaticana la tarde del miércoles 19 de marzo, solemnidad de San José.

Samuele Sangalli, Secretario Adjunto encargado de la Administración del Dicasterio para la Evangelización (Sección para la Primera Evangelización y las Nuevas Iglesias Particulares), fue nombrado obispo titular de Zella el 6 de febrero por el Papa Francisco, quien le concedió el título personal de arzobispo (véase Fides 6/2/2025). Diego Ramón Sarrió Cucarella, de los Misioneros de África y ex presidente del Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos (PISAI), fue nombrado por el Pontífice el 25 de enero como nuevo obispo de Laghouat, en Argelia.

A la solemne liturgia de ordenación, concelebrada en el Altar de la Cátedra de San Pedro, han asistido más de 30 obispos y cardenales. El cardenal Tagle, pro-prefecto del Dicasterio Misionero y principal consagrante, tuvo como co-consagrantes al cardenal Francesco Coccopalmerio, de Lombardía, y al arzobispo Fortunatus Nwachukwu, secretario del Dicasterio para la Evangelización (Sección para la Primera Evangelización y las Nuevas Iglesias Particulares).

En la Solemnidad de San José, y exactamente 12 años después del solemne inicio del Ministerio Petrino del Papa Francisco («por cuyo pleno restablecimiento rezamos»), el cardenal Tagle ha dirigido su homilía a la figura del Esposo de María para ofrecer a los dos nuevos obispos, orientaciones preciosas para su camino como sucesores de los Apóstoles.
Los obispos, según el Concilio Vaticano II, están llamados a cuidar «en lugar de Dios al rebaño del que son pastores como maestros de doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros del gobierno de la Iglesia»; y a ser «pastores de la Iglesia de Dios, que Él compró con la sangre de su propio Hijo», como señala San Pablo. «Hermosas enseñanzas – ha observado el cardenal filipino– que hacen temblar incluso a los mismos obispos. ¿Cómo puede un obispo hacer justicia a una responsabilidad tan grande? Ciertamente, solo por la gracia de Dios».

«También José – ha subrayado el cardenal Tagle -, aceptó la llamada de Dios con fe». La fe, ha explicado, «es la fuente del coraje y la creatividad de José, quien siempre subordina su propio proyecto al de Dios, incluso cuando este parece incomprensible o inconveniente». Del mismo modo, el ministerio ordenado, tanto de sacerdotes como de obispos, «debe estar enraizado en una respuesta de fe a Dios y ejercerse como tal».
A menudo, ha señalado el cardenal, «hacemos planes y esperamos que Dios los ejecute». Sin embargo, «nosotros no somos los planificadores y Dios no es el ejecutor de nuestros proyectos». Dirigiéndose a los nuevos obispos, ha añadido «Cuando vuestra visión y vuestros planes parezcan no avanzar, dormid, como San José. Porque cuando dormimos, somos vulnerables, menos controladores y, por tanto, más receptivos y abiertos. Dormid y soñad los sueños de Dios. Despertad para realizarlos con obediencia y celo».

San José, ha continuado el Proprefecto del Dicasterio Misionero, es también un «santo silencioso». Los Evangelios no recogen ni una sola palabra suya, y sin embargo, «rescata, cuida y conserva la Palabra de Dios hecha carne en el seno de María, la palabra más importante». Cada pensamiento, latido y acción de José «habla de una sola palabra: Jesús. Es lo único que importa. Sus propias palabras palidecen ante la Palabra suprema. Por eso, puede estar en silencio». Siguiendo los pasos de San José, «diáconos, presbíteros y obispos también deben guardar “silencio” mientras proclaman la Palabra de Dios». Porque «no es nuestra palabra la que cuenta y la que debe quedar registrada para la posteridad, sino la Palabra de Dios». Y si «nuestros pensamientos, planes, decisiones y acciones no hablan de Jesús, podríamos ser como “bronce que resuena o címbalo que retiñe”».

Además, San José es «un custodio fiel de Jesús». Y en el ejercicio de su misión de custodiar al Hijo de Dios, «sabe que Jesús pertenece a la casa de su Padre. La casa de José en Nazaret solo tiene valor si sigue siendo una sombra de la casa del Padre, de la que debe tomar luz».
En esta misma línea, el cardenal Tagle ha señalado: «Los diáconos, los sacerdotes y los obispos también están llamados a ser custodios de la presencia activa de Dios en su Iglesia». Porque «los obispos no son sustitutos del Dios eternamente vivo ni competidores del Salvador». Como San José, están llamados a ser «signos auténticos de la presencia de Dios en la Iglesia», con una «discreta visibilidad de sombra que depende de la Luz».

Precisamente, imitando el «estilo sobrio y esencial de San José», al final de la solemne liturgia, el arzobispo Sangalli ha pronunciado unas sencillas palabras de acción de gracias. En primer lugar, ha dirigido su gratitud a la «Providencia de Dios, que ha concedido esta tarde de gracia», y al Papa Francisco, «quien nos ha llamado al episcopado y a quien renovamos nuestro afecto y nuestras oraciones por su plena recuperación como cabeza de la Iglesia».

El «gracias» del nuevo obispo se ha extendido seguidamente a los tres consagrantes, «que expresan verdaderamente la universalidad de la Iglesia», así como a los demás cardenales y obispos concelebrantes, «por cuyo ministerio hemos sido incluidos en el Colegio episcopal, mediante el don del Spiritus principalis, el Espíritu que rige y guía a la Iglesia». Un Espíritu, ha añadido Sangalli, «que he recibido de la Iglesia» y «del buen rostro de mis queridos padres, hoy ya en la Vida eterna».
El nuevo arzobispo ha dirigido también su agradecimiento a «hermanos y familiares, que han acompañado, sostenido y estimulado mi camino», al clero y al «pueblo ambrosiano, de Lecco y del Seminario de Milán, con mis antiguos compañeros».

El Arzobispo Sangalli no ha olvidado expresar su gratitud a «las comunidades y asociaciones a las que he servido, entre ellas la Fundación Sinderesi», así como a las comunidades académicas de la Pontificia Universidad Gregoriana y de las diversas universidades donde ha sido estudiante y profesor.

El nuevo arzobispo también ha agradecido al Dicasterio de los Obispos, donde trabajó durante veinte años, una etapa vivida «en contacto con el pulso vivo de la construcción de las Iglesias locales y la elección de sus pastores».
Por último, ha expresado su agradecimiento a «la gran familia del Dicasterio para la Evangelización, que abre el mundo entero a la riqueza de las diferentes tradiciones y culturas, cada una capaz de contar y transmitir el Evangelio con su peculiaridad única».
(F.B.) (Agencia Fides 19/3/2025)


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