ASIA/TAILANDIA - La hermana Elizabete Ferreira de Souza y la Infancia Misionera: “Trato de no perturbar la obra del Señor”

viernes, 25 abril 2025

Chiang Rai (Agencia Fides) – “Es verdad lo que San Juan Pablo II afirmó en varias ocasiones, especialmente en el 150° aniversario de la fundación de la Obra Pontificia de la Santa Infancia: la cooperación de los niños en la evangelización es insustituible para el mundo”, asegura la hermana Elizabete Ferreira de Souza, misionera javeriana brasileña, desde hace 15 años en Tailandia y responsable de la Infancia y Adolescencia Misionera (IAM) en la diócesis de Chiang Rai.

Comprometida desde hace 13 años con esta labor, la hermana Elizabete sigue asombrándose al ver cómo, en un país mayoritariamente budista, son precisamente los niños quienes, a través de la IAM, se convierten en auténticos misioneros. Presente en Tailandia desde 1990, la IAM se ha consolidado principalmente en escuelas católicas -solo en Bangkok está activa en 35 centros-, pero también ha echado raíces en comunidades parroquiales, como Tharai y Chiang Rai.

Pese a las barreras lingüísticas y culturales, muchos niños budistas participan con entusiasmo en las actividades misioneras. “Aquí el Espíritu Santo sopla donde quiere; lo que hago en Tailandia es un don de Dios. Trato de no perturbar la obra del Señor, porque Él quiere ser conocido y reconocido. Lo vemos con nuestros propios ojos: estos niños no solo evangelizan a otros niños, también me evangelizan a mí”, afirma la misionera.

Educación en la apertura, fraternidad, y el conocimiento de Jesús son los pilares que guían las actividades que la hermana Elizabete y sus hermanas organizan. Las misioneras javerianas están presentes en Tailandia desde el año 2000: actualmente son siete, repartidas entre Bangkok y la provincia de Nan, en el norte montañoso del país, donde habitan unos 500 cristianos. Es una región donde la evangelización es reciente y hay varios grupos étnicos diferentes, como los mon, los lao y otras tribus minoritarias.

“El 99% de los niños que participan en nuestras actividades no provienen de familias cristianas. Muchos son budistas o practican religiones tradicionales profundamente arraigadas, pero esto no impide que quieran conocer a Jesús. Para mí, eso es casi un milagro”, afirma la religiosa. “A los niños cristianos los llamamos 'discípulos' de Jesús; a los budistas, 'amigos' de Jesús. Y Jesús está feliz de tener amigos tan inteligentes y entusiastas”.

Las reuniones semanales, que suelen comenzar con actividades lúdicas como deporte o música, se centran luego en la catequesis, narrada a través de parábolas. Una de las acciones más esperadas por los niños es la visita a los enfermos, que rompe tabúes culturales que vinculan la enfermedad con la culpa o el castigo. Además, se abordan temas como la paz o el cuidado del medioambiente, con talleres e iniciativas inspiradas en la encíclica Laudato si’, para ampliar la mirada más allá del entorno local.

“Trabajamos con las familias. En ellas están los abuelos, los pequeños, quienes tienen problemas sociales... tratamos de abrazar a todos”, explica la hermana Elizabete. “Cuando un niño asiste regularmente a nuestras actividades, visitamos a su familia, nos presentamos. Al principio son reservados, pero con el tiempo comienzan a confiar. Hoy, los padres nos confían a sus hijos incluso para pasar una semana en un campamento de verano. Es así, poco a poco, como entramos en sus vidas” concluye.
(EG) (Agencia Fides 21/04/205)


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