CEC
Tibú (Agencia Fides) – En menos de una semana, los enfrentamientos entre guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidentes de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han dejado un centenar de muertos y miles de desplazados en la región del Catatumbo, al noreste de Colombia, en la frontera con Venezuela. Se trata de la peor escalada de violencia en los últimos tiempos.
Ante esta crisis, la Iglesia local ha alzado su voz. El obispo de Tibú, Israel Bravo Cortés, (véase Agencia Fides 14/6/2024), ha hecho un enérgico llamamiento a los actores del conflicto: «Entren en razón… Matarse unos a otros no es el camino y derramar más sangre en un territorio que ha estado manchado por la sangre de hombres y mujeres inocentes no es el camino correcto», ha expresado en un reciente mensaje.
El prelado ha explicado que el origen del actual enfrentamiento se debe «a las diferencias entre las dos fuerzas revolucionarias que están en la zona y los grupos al margen de la ley que tienen diferencias de planteamiento de sus realidades, y que están en guerra con el Estado colombiano».
Además, ha subrayado el obispo de Tibú «el problema de la pasta de coca que producen y el dominio del territorio, están generando la confusión y la situación a la que hemos llegado. Hubo un detonante, que fue la muerte de una familia, el esposo, la esposa y un bebé de 8 meses».
Desde la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), los obispos han condenado con firmeza la situación: «Lo que está ocurriendo constituye una clara violación del Derecho Internacional Humanitario. La guerrilla está atacando directamente a la población civil; campesinos, indígenas y afrodescendientes están pagando el precio más alto del conflicto, no solo en el Catatumbo, sino en varias regiones del país. La violencia está dejando una estela de dolor, miedo y desesperanza en las comunidades», señala una declaración de la CEC.
En respuesta a la emergencia humanitaria, la diócesis de Tibú ha habilitado espacios en el seminario y en el Centro Papa Francisco -creado originalmente para atender a migrantes venezolanos- con el fin de acoger a las familias desplazadas. La crisis ha llevado también a que algunos colombianos busquen refugio en comunidades venezolanas. El obispo Bravo ha advertido sobre el impacto a largo plazo de estos enfrentamientos: «Veremos un desplazamiento masivo de niños y familias desesperadas hacia Cúcuta, el abandono de tierras y ganado, y un ambiente de desolación y miedo».
Pese a la tragedia, el obispo ha reafirmado su esperanza: «Aquí estamos, peregrinos de la esperanza, para encontrarnos con Jesucristo en las víctimas de la violencia y el conflicto armado», ha dicho confiando en que el Jubileo de la Iglesia Católica ayude a fortalecer la fe y la resiliencia de las comunidades del Catatumbo.
Los obispos de la CEC han instado a las autoridades a «combatir la ilegalidad y los grupos armados con estrategias que prioricen los derechos humanos y la prevención de la violencia, además de garantizar el cumplimiento de los acuerdos de paz».
El Papa Francisco, por su parte, ha expresado su cercanía a la población del Catatumbo al final del Ángelus del domingo 26 de enero: «Sigo con preocupación la situación en Colombia, especialmente en la región del Catatumbo, donde los enfrentamientos entre grupos armados han causado numerosas víctimas civiles y más de treinta mil desplazados. Les expreso mi cercanía y mi oración», ha dicho ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
(AP) (Agencia Fides, 28/1/2025)