ÁFRICA/GIBUTI - Sor Anna y las maravillas de Jesús en la misión de Yibuti

sábado, 1 febrero 2025 vida consagrada   niños   discapacitados   misión   religiosas  

Ali Sabieh (Agencia Fides) - «Me gusta ver cómo el Señor actúa en las personas. Es Él quien me ha llamado a ser misionera entre los no cristianos, y estoy aquí para ofrecer esperanza», afirma la hermana Anna Bacchion, misionera de la Consolata, congregación que abrió su misión en Yibuti en 2004.

Nacida en 1944, sor Anna ha estado presente en esta misión desde sus inicios. En vísperas de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que se celebrará el domingo 2 de febrero, comparte con la Agencia Fides la riqueza de su vida entregada a Cristo en un país de mayoría musulmana.

«Siempre me ha impresionado esta frase del Evangelio de Juan: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3, 16-17)», explica la religiosa, especialmente comprometida con la educación y el servicio a personas con discapacidad. «Dios ama a todos: musulmanes, judíos, personas de todas las razas y religiones. Como misioneros, estamos llamados a transmitir este amor con nuestro testimonio. No hablamos de Jesús, pero Jesús está en medio de ellos», subraya.

Sor Anna ingresó en las Misioneras de la Consolata en 1969 y en 1976 fue enviada a Libia, donde trabajó durante siete años con niños gravemente discapacitados. Tras un periodo de servicio en Italia, en 2004 llegó a Yibuti, un país fronterizo con Etiopía y Somalia.

«Tanto en Libia como en Yibuti he visto la semilla de Jesús en la gente. En Libia, conocí a madres que, a pesar de sus dificultades económicas y sus numerosos hijos, abrían sus hogares a niños que vivían lejos de sus familias. En Yibuti, he encontrado corazones generosos, como el del prefecto que acogió y ayudó a una madre y a su hija enferma, cuya situación le había presentado yo misma»

En Yibuti, sor Anna ha visto crecer dos proyectos educativos clave: la escuela LEC (Lire, Écrire, Compter – Leer, Escribir, Contar), destinada a niños sin documentación o que no pudieron asistir a la escuela en edad escolar, y la iniciativa École pour tous, que integra a niños con discapacidad, que antes estaban marginados en sus casas.

«Es fundamental que los niños sepan que pueden hacer grandes cosas. Por ellos, hemos dado lo mejor de nosotros. Hoy, gracias al compromiso de la Iglesia, este tipo de proyectos también han sido adoptados a nivel estatal», destaca.

Actualmente, cinco misioneras de la Consolata trabajan en Yibuti. Tres, incluida sor Anna, se encuentran en Ali Sabieh, a unos 100 km de la capital, mientras que las otras dos están en una zona aún más remota y desafiante.

«El lugar al que Él me envía es mi familia. Los niños con discapacidad que he cuidado desde mi primera misión en Libia son mis hijos. Su sufrimiento es el mío, sus alegrías son las mías», concluye sor Anna.
(EG) (Agencia Fides 1/2/2025)


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