VATICANO/AUDIENCIA GENERAL - Desde el Gemelli, el Papa continúa su magisterio: “Los pobres y los extranjeros están invitados entre los primeros a encontrar al Dios hecho hombre”

miércoles, 19 febrero 2025

Vatican Media

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Mientras el Papa Francisco se encuentra hospitalizado en el Hospital Agostino Gemelli de Roma por una neumonía bilateral, sigue reconfortando al Pueblo de Dios con su magisterio. Y lo ha hecho haciendo que sus colaboradores difundan el texto íntegro de la meditación que iba a pronunciar hoy durante la habitual audiencia general de los miércoles.

Continuando el ciclo de meditaciones sobre la vida de Jesús leídas a la luz del Jubileo, el Pontífice, tras hablar del nacimiento del Hijo de Dios, en la catequesis difundida hoy se detiene en la visita de los Magos, «personas que no pertenecen al pueblo de la alianza». Son «extranjeros, que acuden inmediatamente a rendir homenaje al Hijo de Dios, que ha entrado en la historia con una realeza totalmente nueva». Después de los pastores, los Magos. De los Evangelios se desprende claramente «que los pobres y los extranjeros se encuentran entre los primeros invitados al encuentro del Dios hecho niño, el Salvador del mundo».

Al margen de cualquier interpretación posible, los Magos, leemos en el texto, «son hombres que no se quedan quietos, sino que, como los grandes llamados de la historia bíblica, sienten la invitación a moverse, a ponerse en camino. Son hombres que saben mirar más allá de sí mismos, saben mirar hacia lo alto».

Una vez llegados a Jerusalén, «su ingenuidad y confianza al pedir información sobre el recién nacido rey de los judíos choca con la astucia de Herodes, que, agitado por el miedo a perder su trono, trata inmediatamente de ver las cosas claras». En estas líneas «el poder del gobernante terrenal» se «muestra en toda su debilidad». Y no sólo el del rey.

Expertos conocedores de las Escrituras informan «del lugar donde, según la profecía de Miqueas, nacería el rey y pastor del pueblo de Israel: ¡la pequeña Belén y no la gran Jerusalén! Porque, como recuerda Pablo a los corintios, «lo que es débil para el mundo, Dios lo ha elegido para confundir a los fuertes» (1 Cor 1,27)». Los escribas, «que saben perfectamente dónde nace el Mesías, muestran el camino a los demás, ¡pero ellos mismos no se mueven! En efecto, no basta con conocer los textos proféticos para sintonizar con las frecuencias divinas, hay que dejarse excavar y permitir que la Palabra de Dios avive el anhelo de buscar, encienda el deseo de ver a Dios».

Herodes pide a los sabios venidos de lejos que le avisen cuando se encuentre al Niño. El rey, sin embargo, actúa «con engaño y violencia» porque «para los apegados al poder, Jesús no es una esperanza que acoger, sino una amenaza que eliminar». Pero una vez que abandonan Jerusalén, «la estrella reaparece y les conduce hasta Jesús, signo de que la creación y la palabra profética representan el alfabeto con el que Dios habla y se deja encontrar». La visión de la estrella suscita en aquellos hombres una alegría incontenible, porque el Espíritu Santo, que mueve el corazón de quien busca sinceramente a Dios, también lo llena de alegría».

Llegan así al lugar donde estaba el Niño y «se postran, adoran a Jesús y le ofrecen dones preciosos, dignos de un rey, dignos de Dios». El Papa Francisco describe el motivo de este gesto citando a Cromacio de Aquilea, que al comentar el Evangelio de Mateo, a propósito de los Magos, escribe: ellos ven «un humilde cuerpecito que el Verbo ha asumido; pero no se les oculta la gloria de la divinidad. Ven a un niño, pero adoran a Dios»

«Los Magos se convirtieron así en los primeros creyentes entre todos los paganos, imagen de la Iglesia reunida de todas las lenguas y naciones. Pongámonos también nosotros en la escuela de estos peregrinos de la esperanza que, con gran valentía, dirigieron sus pasos, su corazón y sus bienes hacia Aquel que es la esperanza no sólo de Israel, sino de todos los pueblos. Aprendamos a adorar a Dios en su pequeñez, en su realeza que no aplasta, sino que nos hace libres y capaces de servir con dignidad», ha concluido el Pontífice.
(F.B.) (Agencia Fides 19/2/2025)


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