Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La vida eterna no es “una herencia, algo que se obtiene por derecho”, sino a través del “amor gratuito” de Jesús. Lo ha recordado el Papa Francisco que, en su tercera semana de convalecencia en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, ha hecho publicar el texto de la catequesis preparada para la Audiencia General que el Pontífice preside hoy.
Continuando el ciclo de catequesis dedicadas a la vida de Jesús leídas a la luz de los temas jubilares, el Obispo de Roma ha proseguido la serie de reflexiones dedicadas a los encuentros que tuvieron lugar entre Cristo y los personajes de su tiempo narrados en los Evangelios, deteniéndose hoy en el encuentro con el joven rico. Se trata, leemos en el texto de la catequesis, de una persona que “no tiene nombre. El evangelista Marcos la presenta simplemente como ‘un hombre’. Se trata de un hombre que desde joven ha observado los mandamientos, pero que, a pesar de ello, aún no ha encontrado el sentido de su vida. Lo está buscando”.
El Papa ha comparado las elecciones de esta persona con un barco a punto de zarpar hacia alta mar: “aunque sea un barco maravilloso, con una tripulación excepcional, si no leva los lastres y las anclas que lo mantienen sujeto, nunca podrá partir. Este hombre se construyó un barco de lujo, ¡pero se quedó en el puerto!”.
Sin embargo, es él quien “corre al encuentro” de Jesús. Pero en el diálogo, ha observado el Pontífice, los verbos que utiliza están ligados al deber: “¡Lo que llama la atención es que este hombre no conoce el vocabulario de la gratuidad. Todo parece debido. Todo es una obligación. La vida eterna es para él una herencia, algo que se obtiene por derecho, a través de una meticulosa observancia de los compromisos. Pero en una vida vivida así, aunque ciertamente a fin de bien, ¿qué espacio puede tener el amor?”.
Frente a "su buen historial", el verbo que emplea el evangelista Marcos “es muy significativo: «lo miró con amor». Precisamente porque Jesús mira en el interior de cada uno de nosotros, nos ama tal como somos realmente. ¿Qué habrá visto, de hecho, en el interior de esta persona? ¿Qué ve Jesús cuando mira en nuestro interior y nos ama, a pesar de nuestras distracciones y nuestros pecados? Ve nuestra fragilidad, pero también nuestro deseo de ser amados tal como somos”. El de Cristo es un “amor gratuito”, exactamente lo contrario de “la lógica del mérito que acosaba a esta persona”, ha añadido el Papa.
“La propuesta que Jesús le hace a este hombre es cambiar su forma de vivir y de relacionarse con Dios” porque “reconoce que, dentro de él, como en todos nosotros, hay algo que falta” es decir “el deseo que llevamos en el corazón de ser queridos. Hay una herida que nos pertenece como seres humanos, la herida a través de la cual puede pasar el amor”. Y para llenar este vacío, ha señalado el Pontífice, “no hay que ‘comprar’ reconocimiento, afecto, consideración; en cambio, hay que ‘vender’ todo lo que nos pesa, para liberar nuestro corazón. No sirve de nada seguir quedándonos con las cosas, sino mas bien dar a los pobres, poner a disposición, compartir”.
La otra invitación es “a no quedarse solo. Lo invita a seguirlo, a estar dentro de un vínculo, a vivir una relación. Solo así, de hecho, será posible salir del anonimato. Podemos escuchar nuestro nombre solo dentro de una relación, en la que alguien nos llama… Quizá hoy, precisamente porque vivimos en una cultura de autosuficiencia e individualismo, nos descubrimos más infelices, porque ya no oímos pronunciar nuestro nombre por alguien que nos quiere gratuitamente”. Y sin embargo “Este hombre no acoge la invitación de Jesús y se queda solo, porque los lastres de su vida lo retienen en el puerto… A veces pensamos que son riquezas y, en cambio, son solo pesos que nos están bloqueando”, ha concluido.
(F.B.) (Agencia Fides 9/4/2025)