Del Cardenal Pietro Parolin*
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Publicamos el prefacio del cardenal Pietro Parolin al libro del misionero y sacerdote Antonio Sergianni La cavalcata del Vangelo in Cina. Tras las huellas del padre Matteo Ricci (Ediciones la Conchiglia di Santiago, San Miniato, Pisa).
La obra constituye un valioso y apasionado testimonio sobre la aventura del cristianismo en China, elaborado a partir de los encuentros personales que el autor ha mantenido con obispos, sacerdotes y laicos católicos chinos.
El padre Antonio Sergianni, de 84 años, hijo espiritual del padre Divo Barsotti, ingresó en su juventud en el Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME) y fue ordenado sacerdote en 1965. Entre 1980 y 2003, ha ejercido su ministerio misionero en Taiwán, visitando durante largos períodos diversas provincias de China continental. Posteriormente, ha seguido de cerca los asuntos relacionados con la Iglesia católica en China como Oficial de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, actualmente Dicasterio para la Evangelización.
El prefacio:
Hay muchas maneras de mirar a China. Y es legítimo que un cristiano lo haga «a la luz de la Palabra de Dios». Así lo escribe el padre Antonio Sergianni, sacerdote y misionero, al inicio de este libro, donde insinúa la fuente de la fuerza singular e incomparable que recorre sus páginas.
La fe en Cristo Jesús –repetía el teólogo ortodoxo Olivier Clément- no es un «pietismo temeroso de la vida», ni un idealismo que se empeña en imaginar y construir mundos alternativos. Aunque reconoce que el Reino de Dios «no es de este mundo, cuya figura pasa» (Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios), la fe cristiana, casi como un «efecto secundario», puede -por gracia y con humildad- agudizar nuestra mirada sobre la realidad. Puede ayudarnos a captar dinámicas que escapan a los análisis geopolíticos convencionales y factores ignorados por las lecturas economicistas, que suelen pasar por alto las expectativas de grandeza y de bien que laten misteriosamente en la historia y en la vida de los pueblos.
Son dinamismos y factores que hoy parecen aún más invisibles, ocultos por el incesante flujo mediático y comunicativo en el que todos estamos inmersos.
Con su mirada de fe, el padre Antonio ha sabido captar -y nos ayuda a comprender- en toda su amplitud la grandeza humana del recorrido del pueblo y de la civilización china a lo largo del tiempo. Una grandeza vertiginosa, casi un misterio de la Historia, cuya continuidad milenaria parece sortear las rupturas entre las distintas épocas.
Una agregación humana sin parangón, cimentada en una escritura y unas formas de organización social que han confiado siempre a las autoridades la misión de mediar y garantizar el equilibrio entre la sociedad de los hombres y el orden natural.
Se trata de una realidad que ha heredado de la tradición confuciana la convicción de su propia misión universal, así como la conciencia de la centralidad y fuerza de atracción de su civilización. Hoy, esta misma realidad emerge con renovado protagonismo en la escena internacional, despertando reacciones diversas que van de la admiración a la inquietud, de la hostilidad a la simpatía.
Con su mirada de fe, el padre Sergianni prefigura en su libro la posible intersección entre dos realidades: por un lado, la de China, que avanza por la historia como un misterio inédito; por otro, la realidad vinculada a un misterio de naturaleza distinta, el Misterio que irrumpió en el mundo con el nacimiento de Cristo y dio origen a un pueblo que camina por la historia hasta el fin de los tiempos.
Desde esta perspectiva, el padre Antonio recorre con hondura espiritual y precisión histórica todos los pasajes que han marcado el encuentro entre el anuncio cristiano y la civilización china. Parte de la llegada de los monjes de la antigua Iglesia de Oriente, en los primeros siglos del cristianismo, y llega hasta nuestros días. Con lucidez y conmovedora participación, el autor sigue el hilo de oro de los encuentros entre el «misterio» de China y el Misterio cristiano, encuentros que, a lo largo de esta larga aventura, han conocido fracasos y nuevos comienzos, oportunidades perdidas y reinicios inesperados, tribulaciones y momentos de gracia. Un hilo que, misteriosamente, entreteje cada pasaje como depósito y promesa de algo grande, ya presente y aún por desplegarse.
En el último tramo del camino recorrido -el de las últimas décadas-, la mirada de fe con la que el padre Sergianni contempla la historia, observa China y reconoce la presencia de la fe en su gente, se convierte ante todo en la mirada de un testigo. Puede decirse que la fuerza íntima de este libro nace precisamente de ser, sobre todo, un testimonio de amor cristiano. Las páginas en las que evoca, casi de paso, sus encuentros y su prolongada convivencia con hermanos y hermanas chinos en la fe -obispos, sacerdotes, religiosas, laicos y laicas- revelan con claridad la fuente y la razón de ese amor. En el trayecto de su vida, el amor del padre Sergianni por Cristo ha sido confortado y abrazado por el encuentro con los católicos chinos. Su amor a Jesús se ha vuelto agradecido hasta las lágrimas al contemplar lo que el mismo Jesús obra en ellos. Entre los pobres que, en tiempos de tribulación, pasaban años acarreando ladrillos por el río. Como aquel sacerdote que le habló de cuando era maltratado porque no sabía ni para «limpiar los baños», y de cómo era precisamente en esas situaciones cuando sentía «a Jesucristo resucitado a mi lado, una gran paz y ganas de cantar».
Precisamente por su mirada de fe y su profundo amor por los católicos chinos, el padre Antonio documenta con rigor y objetividad la solicitud constante de los Papas y de la Sede Apostólica hacia la Iglesia en China. Su exposición de las intervenciones pontificias sobre el anuncio del Evangelio en tierras chinas, desde Benedicto XV hasta el Papa Francisco, da testimonio claro y convincente de la coherencia de los criterios seguidos, en contextos diversos, por los Obispos de Roma, quienes han obrado siempre en fidelidad a la naturaleza apostólica de la Iglesia, procurando salvaguardar el tesoro de la comunión incluso en los tiempos más difíciles.
La documentación reunida por el padre Sergianni en el apéndice del volumen constituye una herramienta valiosa y oportuna para quienes deseen recorrer, con objetividad y pasión, los momentos clave de la historia reciente de la comunidad católica en China, desde la proclamación de la República Popular hasta hoy.
Con su libro, el padre Sergianni hace visible lo que ha afirmado el Papa Francisco: incluso en tiempos de paciencia y prueba, «el Señor en China ha mantenido la fe del pueblo de Dios a lo largo del camino». Hoy, los católicos chinos, plenamente católicos y plenamente chinos, «en comunión con el Obispo de Roma, caminan en el tiempo presente». En el contexto que les ha tocado vivir, dan testimonio de su fe también mediante obras de misericordia y caridad, y con su testimonio contribuyen de forma concreta a la armonía de la convivencia social y a la construcción de la casa común (Video mensaje del Papa a la Conferencia internacional por el centenario del Concilio de Shanghái, Roma, 21 de mayo de 2024).
En la carne del «pequeño resto» de católicos chinos, con todas sus limitaciones humanas y su pobreza, tiene lugar ese encuentro entre el Misterio de la gracia eficaz de Cristo y los acontecimientos históricos de la realidad china que el padre Antonio traza en su libro. De este entrelazamiento pueden brotar dones para todos. También este encuentro, por caminos misteriosos, puede contribuir a que el impulso y los anhelos de grandeza del pueblo chino y de todos los pueblos, no se replieguen sobre sí mismos alimentando ambiciones de dominio y conflictos interminables, sino que se orienten hacia caminos de paz, fomentando el encuentro y la convivencia fraterna entre pueblos distintos.
Por todo ello, debemos agradecer al padre Sergianni el don de este libro.
(Agencia Fides 12/4/2025)
*Secretario de Estado de Su Santidad