Loikaw (Agencia Fides) – A pesar del desplazamiento, el hambre, el frío y la fatiga de una vida cotidiana transcurrida en campos de refugiados o en asentamientos improvisados en los bosques, los peregrinos de Loikaw, diócesis del Estado de Kayah, al este de Myanmar, han encontrado la fuerza para celebrar su Jubileo “en el exilio”. Así lo informa a la Agencia Fides el padre Paul Pa, representante diocesano para el Año Santo 2025.
La comunidad católica de Loikaw, compuesta por 90.000 bautizados dispersos en un territorio marcado por enfrentamientos y combates entre el ejército y las fuerzas de la oposición, busca la unidad y la esperanza pese a la ocupación militar. En noviembre de 2023, la catedral de Cristo Rey y el complejo pastoral de Loikaw fueron tomados y se encuentran actualmente en el campamento base del ejército, lo que ha obligado a la Iglesia local a reorganizar su celebración jubilar.
Se trata de una herida profunda para la Iglesia local, que, sin embargo, “no pierde la esperanza”, afirma el sacerdote. “Como no pudimos designar la iglesia catedral como iglesia jubilar, identificamos a la iglesia parroquial Madre de Dios de Sondu, donde reside actualmente nuestro obispo Celso Ba Shwe, como con-catedral”, explica el padre Paul Pa. “Este centro se suma a otros puntos de peregrinación del Jubileo, como el santuario de Nuestra Señora de Lourdes, en Yusamoso; la iglesia de San José, en Hoya; la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en Dorokhu; y la iglesia de la zona de Mese”. Aunque dispersos, estos centros siguen siendo accesibles para los fieles.
Todos ellos han sido provistos con un “vademécum jubilar” por los sacerdotes itinerantes de Loikaw, quienes recorren constantemente el territorio para celebrar el Jubileo mediante peregrinaciones y la petición de indulgencias. La celebración de apertura estuvo presidida por el obispo, quien animó a los fieles a “aferrarse a la esperanza”, recordando que “el Señor está con nosotros, nos sostiene y es la fuente de nuestra esperanza”.
Además, ha continuado, “la esperanza viene de la solidaridad y la caridad mutua en este tiempo de desierto, de oscuridad, de sufrimiento y de desplazamiento, un tiempo de exilio en el que todos anhelan volver a casa pero no pueden, a causa de la violencia generalizada”.
El padre Paul Pa, al igual que otros sacerdotes y religiosos de la diócesis, viaja constantemente para visitar las iglesias del Jubileo y los campos de refugiados. Durante estos recorridos ha constatado la profunda devoción de los peregrinos, que “llegan a pie tras largas marchas hechas con fe, se detienen a rezar, se conmueven, piden la ayuda de Dios, se acercan a los sacramentos y ganan indulgencias”. En medio de esta dolorosa condición, los fieles también entonan cantos de alabanza, pues se les ha provisto de un “canto jubilar” y de una oración especial que recitan con fe.
El ministerio de los sacerdotes en Loikaw se ha convertido, sobre todo, un ministerio de consuelo: “Decimos a los fieles: que una lluvia especial de gracias sea sobre todos vosotros, y os bendecimos”, relata el sacerdote. Junto a esta consolación humana y espiritual, se destaca la solidaridad destinada a prestar ayuda humanitaria a los más necesitados: desplazados, niños sin educación, ancianos y enfermos, en una situación en la que incluso los centros sanitarios privados y las clínicas gestionadas por la comunidad católica atraviesan graves dificultades y carencias.
(PA) (Agencia Fides 3/2/2025)