ASIA/FILIPINAS - La hermana Ana, misionera entre los jóvenes filipinos: así les ayudamos a descubrir sus talentos

martes, 25 febrero 2025

Photo: Suor Ana Palma

Por Pascale Rizk

San Carlos (Agencia Fides) – Hace pocos días concluyó la séptima edición de la Misión de Asia, que este año ha tenido como tema «Made for a mission. Made for peace» (Hechos para una misión. Hechos para la paz). El evento ha reunido a 50 participantes, entre ellos 8 jóvenes de Japón, 5 de la diócesis de Daejon en Corea del Sur, 5 de la diócesis de Nampicuan y 2 de San Fabián, junto con 30 jóvenes del grupo «Servants Missionary Youth» de Malasiqui. El encuentro, organizado por la Congregación de Siervos del Evangelio de la Misericordia de Dios, se celebra anualmente y ha tenido lugar del 6 al 16 de febrero en San Carlos, provincia de Pangasinan.

«Cuando los jóvenes de Filipinas sufren la pobreza, mientras que en Corea del Sur y Japón la presión social y las elevadas expectativas familiares generan un alto índice de suicidios, la iniciativa ‘Asian Mission’ pretende brindar apoyo a todos estos jóvenes», explica la hermana Ana Palma, misionera española que trabaja en Filipinas desde 2015. «Al crear este espacio, queremos que los jóvenes descubran realidades diferentes a las suyas».

«La intención es que vivan una experiencia de 'fraternidad humana' en la que puedan participar en actividades pastorales junto a personas de su misma edad, chicos e incluso estudiantes universitarios. En la Universidad Estatal de Pangasinan, por ejemplo, los jóvenes se reúnen con el personal de la pastoral universitaria para compartir experiencias de la vida en sus respectivas sociedades y debatir formas de promover la paz. En general, se organizan juegos, talleres y encuentros centrados en valores humanos como la libertad de expresión, la dignidad y el trabajo, adaptados a distintos grupos de edad», explica la religiosa.

San Carlos, situada a 122 kilómetros de Manila, es una zona de alta pobreza. En estas comunidades, los padres trabajan en la agricultura para cubrir las necesidades familiares; la media familiar es de cinco o seis personas y el trabajo predominante es la construcción de casas de bambú, conocidas como bahay-kubo. El salario diario es de 450 pesos, lo que equivale a unos 9.900 pesos mensuales (alrededor de 200 euros), mientras que las mujeres, que realizan labores de limpieza, ganan 350 pesos diarios. Con estos ingresos, las familias no pueden costear la educación universitaria para todos sus hijos, y la elección recae solo en aquellos que se consideran más capaces.

Entre las diversas necesidades de estos jóvenes destaca el aspecto económico. Las parroquias promueven programas de becas universitarias de 1.500 pesos mensuales (unos 26 euros) durante todo el curso académico. «Mi congregación apoya a 20 estudiantes con una ayuda económica de 1.750 pesos – 360 euros al año – proveniente de donantes privados», añade la hermana Ana, y prosigue: «Nuestro trabajo con los jóvenes se orienta principalmente a darles confianza para cambiar sus vidas. Les animamos a descubrir su potencial, sus talentos y sus capacidades. Todos ellos poseen mucho talento, pero la pobreza los lleva a subestimar constantemente su propio potencial».

Según la hermana Ana, cuando los jóvenes no pueden continuar sus estudios universitarios, ayudan a sus padres en la construcción de bahay-kubo, y las chicas trabajan como «lavanderas», lavando a mano la ropa de familias que carecen de lavadoras. Además, algunas estudiantes universitarias se enfrentan a la dificultad de pagar las tasas para presentarse a los exámenes, lo que las lleva a recurrir, en ocasiones, a la prostitución.

Además de sus actividades con los jóvenes, los misioneros de la Congregación de Siervos del Evangelio de la Misericordia de Dios se dedican a catequizar a los niños en las parroquias, a distribuir la Eucaristía a los ancianos puerta a puerta, y a llevar a cabo diversos programas de formación y animación para los jóvenes. Semanalmente, se reúnen con el grupo de “Servants Missionary Youth” para rezar. «La fuerza y el poder de la oración son fundamentales. Los católicos filipinos tienen un fuerte sentido de piedad popular», subraya la misionera granadina.

«Estoy muy contenta de ver que estos jóvenes, que provienen de familias muy pobres -por ejemplo, conozco una familia de hasta 14 miembros- pueden estudiar en la universidad. Muchos optan por carreras en enfermería, ciencias políticas o educación. Es hermoso verles madurar gracias a la apertura de espíritu». Aunque, desgraciadamente, informa la hermana Ana, «hoy muchos abandonan la Iglesia católica para unirse a una secta en expansión, los 'Born Again', atraídos por la música y la animación».
(Agencia Fides 25/2/2025)

Photo: Suor Ana Palma

Photo: Suor Ana Palma

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