Banmaw diocese
Banmaw (Agencia Fides) - El centro pastoral del complejo de la iglesia católica de San Miguel, en Nan Hlaing, una zona rural de la diócesis de Banmaw, en el norte de Myanmar, ha sido alcanzado y destruido por un bombardeo del ejército birmano.
“Cinco proyectiles y dos bombas aéreas han impactado en el recinto de nuestra iglesia, causando daños en la estructura, pero sin herir a nadie”, informa el jesuita Wilbert Mireh, párroco de una iglesia con más de cien años de historia.
El sacerdote señala que tuvo que desplazarse hasta la frontera con China para encontrar un lugar con electricidad y conexión a Internet y así poder comunicarse con el mundo exterior. “La electricidad, las telecomunicaciones y los servicios están completamente cortados en nuestra zona desde julio de 2024”, afirma.
Banmaw, una localidad del estado de Kachin situada a 186 km al sur de la capital estatal, Myitkyina, cuenta con una población de unos 65.000 habitantes, mayoritariamente kachin, pero también de etnia bamar, shan y han.
“El bombardeo no ha provocado víctimas. Damos gracias a Dios por estar a salvo, aunque la gente aquí lucha por sobrevivir. No hay escuelas, clínicas ni comercio”, continúa el padre Mireh. “Tras un nuevo ataque, los fieles confían y rezan para que el Arcángel San Miguel nos proteja. Incluso los niños cantan e invocan su intercesión para que sea nuestro escudo y nuestra defensa”, relata.
“Solemos celebrar misa bajo los árboles porque permanecer en la iglesia es demasiado peligroso. El edificio ya ha sido golpeado y dañado. Pero, a pesar del sufrimiento y las precarias condiciones, la fe y el espíritu de la comunidad permanecen firmes. Los fieles rezan cada día para que el Señor, a través del Arcángel San Miguel, siga protegiéndonos”, añade.
El padre Mireh es el primer jesuita birmano, ordenado sacerdote en 2013, y hoy forma es uno de los treinta jesuitas originarios del país. Tras prestar servicio pastoral en Loikaw, fue enviado a Banmaw, donde, además de la atención espiritual a los fieles, se ha dedicado al apostolado social y a la educación. “Ahora son los niños quienes no tienen escuela, una de las graves consecuencias del conflicto civil”, advierte. El sacerdote concluye: “A pesar del miedo y las dificultades, seguimos firmes en nuestra fe, decididos a vivir por el bien, la verdad y la justicia”.
El estado de Kachin, en el norte de Myanmar, es escenario de intensos combates entre el ejército regular y la guerrilla de la minoría étnica kachin, que ha tomado posiciones cerca de Banmaw. El Ejército para la Independencia de Kachin (KIA), una de las milicias étnicas mejor organizadas y activas desde hace décadas, se ha unido a la resistencia contra la actual junta militar gobernante.
El ejército birmano se ha retirado de gran parte del territorio de Kachin y recurre al bombardeo aéreo y de artillería. Según fuentes locales, la batalla por el control de Banmaw ha obligado a la mayoría de sus habitantes a huir, quedando en la ciudad apenas 20.000 residentes. Los desplazados se han refugiado en los bosques y aldeas cercanas, con recursos extremadamente limitados.
La diócesis de Banmaw, situada en la frontera con China, se ha visto duramente afectada por el conflicto. Incluso antes del golpe de 2021, los enfrentamientos entre el ejército birmano y el KIA ya habían generado más de 120.000 desplazados. La guerra se ha intensificado en los últimos dos años, afectando a nueve de las 13 parroquias de la diócesis y aumentando el número de refugiados.
(PA) (Agencia Fides 5/3/2024)