Por el Padre Ibrahim Faltas OFM*
Jerusalén (Agencia Fides) - Jerusalén (Agencia Fides) - Han pasado unos días desde el anuncio de la tregua, y unas horas desde el alto el fuego. Desde la mañana del domingo 19 de enero de 2025, en Gaza ha cesado el ruido de las armas. Sólo el anuncio de que la guerra podría detenerse durante seis semanas ha hecho regocijarse a los habitantes de Gaza. Estaba a punto de escribir “ha hecho estallar la alegría”, pero cualquier término que recuerde a la guerra suena triste y violento. Tras el anuncio de la posible tregua, el sentimiento de alegría se ha mezclado de inmediato con la tristeza. La esperanza se ha visto ensombrecida por el dolor.
En Gaza, los desplazados y sobrevivientes se enfrentan a una realidad devastadora: lo han perdido todo. Hogares destruidos, seres queridos fallecidos y una vida normal que parece inalcanzable. La felicidad por el cese de los bombardeos se ve opacada por el recuerdo de las pérdidas y la incertidumbre sobre el futuro. El pensamiento se dirige inmediatamente a los seres queridos que han perdido la vida en la guerra. Y todo se vuelve aún más triste si uno no sabe dónde ir a buscar esos cuerpos.
He oído a algunos niños, felices por la tregua, expresar deseos sencillos y esenciales. Una niña quiere volver a su habitación y encontrar sus cosas en el armario: ¿encontrará su casa o un montón de escombros? Un grupo de niños quiere volver a correr por las calles del barrio para jugar al fútbol sin miedo a los bombardeos. Una madre con un niño en brazos estaba feliz porque habían pasado su primera noche sin que les despertara el ruido de las bombas y el cielo iluminado por las explosiones. Un joven padre de tres hijos decía que había esperado ansiosamente el anuncio del alto el fuego porque en cada momento de los últimos 15 meses había estado aterrorizado por la posibilidad de perder a uno de sus seres queridos. Algunos estudiantes universitarios hablaban con amargura de la guerra que había interrumpido sus estudios y su futuro, pero inmediatamente después casi se disculpaban, al pensar en los muchos de sus compañeros que habían perdido la vida y no tendrían presente ni futuro.
Las historias de vida en Gaza son historias de gran sufrimiento.
Mediante la mediación y el diálogo se ha logrado un primer resultado. Pero, ya a las pocas horas, la esperanza de un comienzo de convivencia pacífica ha dado paso a las noticias de violencia procedentes de Cisjordania.
Las buenas intenciones han caído para dejar paso de nuevo a la violencia y al uso de las armas no muy lejos de donde acaban de cesar tras 15 meses de guerra.
Todavía quiero creer a los que hablan de paz, quiero confiar en los que prometen soluciones. Pero los últimos acontecimientos y proclamas no prometen nada bueno.
Rezo para que la política sea siempre responsable con las personas y tenga un interés genuino por el bien común. Una política que recorra el mismo camino de justicia, que tenga la misma profundidad de verdad, que tenga el mismo sabor de paz. Una política que funcione como instrumento de vida y con respeto por la vida. Una que no esté sólo ansiosa por ocupar posiciones de poder, sino que promueva el bienestar y el desarrollo de los pueblos.
El Papa Francisco nos recuerda a menudo que Dios siempre perdona todo. Que Dios perdone también a quienes usan el poder para matar y no para salvar vidas. (Agencia Fides 22/1/2025)
*Vicario de la Custodia de Tierra Santa