ASIA/MYANMAR - El Cardenal Bo en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes en Nyaunglebin: un llamamiento a la reconciliación nacional

martes, 11 febrero 2025 devoción mariana   paz   reconciliación  

Archdiocese Yangon

Yangón (Agencia Fides) – «Inspirándonos en María, rezamos para que las partes en conflicto en Myanmar puedan reunirse en el santuario mariano de Nyaunglebin. Que este lugar sagrado se convierta en un refugio de paz y reconciliación, donde los enemigos se abracen como hermanos y hermanas en Cristo». Con estas palabras, el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangón, se ha dirigido a los fieles que han participado en la peregrinación jubilar al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes en Nyaunglebin, en la región de Bago, archidiócesis de Yangón.

En una zona marcada por enfrentamientos esporádicos entre la oposición y el ejército birmano, más de tres mil fieles -acompañados por tres obispos, numerosos sacerdotes y religiosos y también creyentes budistas, musulmanes e hindúes, - se han congregado el 9 de febrero para invocar la intercesión de la Virgen por la paz en Myanmar y en el mundo.

«Esta tierra santa ha visto a innumerables peregrinos buscar consuelo, curación y la tierna intercesión de Nuestra Señora de Lourdes. En este día de fiesta, dejemos que nuestros corazones se hinchen de gratitud por el amor sin límites de nuestra Santísima Madre y abrámonos a las maravillas que la fe puede desvelar» ha dicho el Cardenal durante la Eucaristía celebrada en el santuario.

«En cada madre embarazada, en los campos de refugiados donde sobreviven más de 3,8 millones de personas, vemos el rostro de una María en busca de un lugar seguro para dar a luz a su hijo». La resistencia y el coraje de las mujeres birmanas, ha añadido el cardenal, «reflejan la serenidad de María en medio del caos, recordándonos que la paz no es la ausencia de adversidad, sino la presencia de Dios en nuestro interior».

El Cardenal ha insistido en la importancia de la paz, la reconciliación y el perdón, relacionándolos con la figura de María. Recordando a la Virgen como «madre de la paz», en un Myanmar marcado por la agitación y el conflicto, ha afirmado: «Su inquebrantable aceptación de la voluntad de Dios nos invita a cultivar la paz interior y a convertirnos en embajadores de la paz en nuestro agitado mundo».

En María, «madre de la reconciliación», ha proseguido, se encuentra «la fuerza para superar las divisiones, sanar relaciones rotas y unirnos en la fe y el amor». «En un mundo fracturado por diferencias políticas, culturales o religiosas, María nos llama a ser constructores de puentes» ha remarcado el purpurado instando a todos a reconciliarse con quienes consideran enemigos y a buscar la unidad donde hay discordia.

Además, ha añadido como «María, en su profundo dolor, no cedió al odio ni a la desesperación. Ella encarnó la esencia del perdón, reflejando las palabras de Jesús: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). Su capacidad para perdonar ante un sufrimiento inimaginable nos enseña que el perdón es un acto divino de amor que libera tanto a quien lo da como a quien lo recibe».

Recordando que María también es honrada en el Corán, el cardenal ha destacado: «Esta admiración compartida nos invita al diálogo interreligioso y al respeto mutuo, reconociendo que las virtudes de María son universales: es una madre para todos nosotros. Su intercesión amorosa puede curar incluso las heridas más profundas».

El Cardenal ha expresado su esperanza de que en Myanmar las divisiones provocadas por la guerra den paso a la unidad y a una paz duradera, donde todas las personas puedan vivir en armonía y seguir los pasos de María.

También ha llamado a los fieles a «cultivar la paz interior a través de la oración, la reflexión y la confianza en el plan de Dios»; a «ser agentes de reconciliación, trabajando activamente para sanar las divisiones; y a practicar el perdón, liberándose del peso de los errores del pasado».

Finalmente, ha instado a todos a acciones concretas, como apoyar a las familias desplazadas, participar en esfuerzos interreligiosos y defender los derechos humanos y la justicia. «En este año jubilar, los bautizados están llamados a convertirse en faros de esperanza, canales de la paz de Dios y mensajeros de su infinita misericordia. Que María, madre de Dios, nos ayude a lograr la paz y la armonía mundial, especialmente en Myanmar».
(PA) (Agencia Fides 11/2/2024)


Compartir: