Archdiocese of Mandalay
Mandalay (Agencia Fides) – “Compartimos el sufrimiento y el dolor de tantas personas y familias afectadas en este período difícil y devastador. Que el Señor guíe a quienes siguen trabajando por los heridos. Ahora es el momento de la compasión por el pueblo de Myanmar. Pedimos a todos que recen y ayuden a Myanmar”, ha declarado a la Agencia Fides Paul Win Aung Myint, OP, dominico birmano de Myitkyina, que ha estudiado y vivido durante años en la diócesis de Mandalay.
“El terremoto ha devastado Myanmar, especialmente las zonas de Mandalay y Sagaing, golpeando a un país ya atormentado por la guerra, la violencia y las inundaciones. Es un golpe atroz. Creemos que el número de víctimas seguirá aumentando. Y, en muchas zonas donde no hay gobierno civil, la situación es aún más crítica”, afirma.
El religioso nos relata la devastación en las ciudades de Mandalay y Sagaing, “las dos más afectadas y con mayor número de víctimas”. “La ayuda sigue en marcha, la gente hace lo que puede” informa. “Sagaing – prosigue-, está destruida en un 80%. La población necesita agua, comida y medicinas. Los voluntarios locales están evacuando a las personas o rescatando a quienes siguen atrapadas bajo los escombros, intentando salvar vidas. Solo en Sagaing ya hay más de 200 muertos y miles de heridos. Muchas iglesias de la ciudad han resultado dañadas. La iglesia católica de María Auxiliadora de Sagaing ha sufrido importantes derrumbes, aunque afortunadamente no durante el culto”.
El religioso expresa su agradecimiento por la movilización internacional: “Están llegando rescatistas y ayuda de muchos países del mundo. Vemos que se ha activado la solidaridad internacional, incluso Cáritas ha iniciado una campaña de donativos. Queremos dar las gracias a todos los países, comunidades, organizaciones y personas que están prestando atención y ayuda: el pueblo que sufre en Myanmar expresa su profunda gratitud. También rezamos y encomendamos a Dios a todos los voluntarios que están ofreciendo su ayuda con humanidad y valentía, para que puedan realizar su labor y permanecer sanos y salvos”.
El padre Paul concluye con una reflexión espiritual sobre la solidaridad que se está manifestando en Myanmar en estas horas: “En medio de esta desgarradora situación, también se puede reconocer un brote de bien. Si hay que salvar una vida durante una emergencia, entonces solo cuenta esa vida humana y nada más. Ya no hay enemigos. Aunque las catástrofes naturales traen dolor y muerte, en tales emergencias vemos que el odio, la hostilidad y la explotación de los demás pasan a un segundo plano. Ahora se trata de salvar vidas. Lo vemos entre los voluntarios que se han ofrecido a ayudar. No hay facciones ni enemigos, no hay política ni guerra”.
(PA) (Agencia Fides 1/4/2025)